La sostenibilidad en el sector inmobiliario va más allá que atender el cambio climático

Se habla de estrategias ambientales en todo el mundo, sin embargo, no se hace con tanta frecuencia sobre lo que representa el valor social de los inmuebles. En este sentido, ¿qué pasa en América Latina y el Caribe?

El desarrollo inmobiliario sostenible es fundamental para ciudades más equitativas e inclusivas, como lo marcan los Objetivos para el Desarrollo Sostenible 20-30.

Para lograr la sostenibilidad, en los últimos 20 años se ha hecho hincapié en alcanzar la neutralidad de carbono en cuanto a la construcción y la operación de edificios, se han generado estándares y certificaciones como EDGE y LEED, entre otros. Sin embargo, el sector inmobiliario también debe permitir la creación de valor social al generar puestos de trabajo para la población local; proporcionar espacios públicos y verdes de alta calidad que apoyen la salud y el bienestar, y promover la integración comunitaria. En fin, hacer que las personas tengan una mayor calidad de vida. Por ello, se requiere que la industria inmobiliaria, incluidos los gobiernos locales, los inversores de capital y los desarrolladores, en América Latina y el Caribe se unan con una visión regional unificada en torno a las características ESG (Environmental, Social and Governance).

¿Qué es el valor social? Según un artículo publicado por el BID, Banco Interamericano de Desarrollo, no existe una definición o consenso universal sobre su significado, y muestra algunos conceptos realizados en América del Norte y Europa:

• El Urban Land Institute lo define como: “la medida en que las actividades mejoran el bienestar económico, social y ambiental”.

• La Ley de Servicios Públicos del Reino Unido menciona: “el valor social busca maximizar el beneficio adicional que se puede crear al contratar o encargar servicios, más allá del beneficio de los servicios en sí mismos”.

• La Royal Institution of Chartered Surveyors postula que: “el valor social se refiere a todos los impactos que una intervención, política o proyecto tiene en la sociedad y el valor que estos impactos tienen, tanto positivos como negativos”.

Asimismo el BID, menciona que: “los actores clave de la industria, incluidos los think tanks, las instituciones académicas y los gobiernos, han tratado ejercer el valor social en varios sectores, incluido el inmobiliario. Sin embargo, existe una brecha sobre cómo la industria de la construcción puede medir objetivamente el valor social durante la construcción y la operación”.

Tanto para el sector público como privado es importante medir el valor social en el sector inmobiliario. Mientras estas entidades buscan estándares de sostenibilidad al construir o modernizar, también pueden obtener rentabilidad económica por la venta, gestión o arrendamiento de activos residenciales comerciales e industriales. En este caso, las decisiones de inversión podrían estar promovidas por métricas financieras y por indicadores de valor social. Esto podría generar mejores rendimientos a largo plazo.

El Urban Land Institute en Europa reporta una fuerte demanda de inversiones con visión social en el sector inmobiliario. América Latina y el Caribe no son la excepción, los principales fondos de inversión en vivienda social e infraestructura con operaciones en México, Perú y República Dominicana están interesados ​​en entender mejor qué es el valor social, cómo crearlo, medirlo, gestionarlo e informarlo.

En América Latina y el Caribe podría haber grandes beneficios al tener una definición y un marco sobre el valor social para las ciudades. Estos serían según el BID:

• Podrían atraer nuevas inversiones en desarrollo urbano y regeneración, debida a la demanda por inversiones ESG.

• Podrían garantizar (mediante regulaciones locales) que los proyectos inmobiliarios dirigidos por desarrolladores entreguen beneficios de manera efectiva a las comunidades locales sin comprometer la viabilidad del proyecto.

• Las ciudades y los desarrolladores podrían encontrar más apoyo de la comunidad para iniciativas nuevas y de gran escala de desarrollo y regeneración urbana.