- Peter Engelke
Tres formas en que la Cuarta Revolución Industrial está dando forma a la geopolÃtica
‘’La tecnologÃa ha sido durante mucho tiempo un ingrediente de cómo las naciones ganan, usan o pierden poder'’
La transformación tecnológica sin precedentes que tiene lugar hoy, (un perÃodo de cambio exponencial denominado Cuarta Revolución Industrial), no está aislada de los asuntos geopolÃticos. De hecho, la competencia geopolÃtica, especialmente entre las potencias mundiales, es un importante motor de la disrupción tecnológica; a su vez, esta disrupción o cambio de tecnologÃa, está afectando el panorama geopolÃtico.
La tecnologÃa ha sido durante mucho tiempo un ingrediente en cómo los estados ganan, usan o pierden poder. Pero hoy en dÃa, tres elementos interconectados: la innovación, el talento y la resiliencia, determinan cada vez más si los estados están bien posicionados para avanzar en su propia seguridad y bienestar.
1. La innovación es (aún) poder
Los estados entienden que el liderazgo en la innovación impulsada por la tecnologÃa se traduce en poder económico y militar y, por lo tanto, en poder geopolÃtico. Como tal, la competencia global por el liderazgo del sector tecnológico es intensa, no solo por los claros beneficios económicos sino también por la posible recompensa de seguridad que puede aportar. La feroz competencia impulsa a los estados a invertir en innovación y continúa desempeñando un papel fundamental en la producción y la ampliación de tecnologÃas innovadoras.
Los temores de quedarse atrás en el campo de batalla (literal) son una razón importante por la cual las grandes potencias mundiales gastan mucho en tecnologÃas emergentes. Esperan que hacerlo brinde seguridad y poder en un mundo inseguro. Por décadas después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el gobierno de EEUU. Gastó miles de millones de dólares en su aparato de investigación cientÃfico-técnica (con Silicon Valley como un claro beneficiario), en gran parte por temor a que no hacerlo ocasionara la pérdida de la Guerra FrÃa. Este aparato, que combinó la investigación cientÃfica y el aplomo empresarial, permitió a los EE. UU. Disfrutar de una ventaja de primer jugador durante la Guerra FrÃa y mucho después.
El Apple Campus 2 en construcción en Cupertino, una ciudad en el Silicon Valley de California.
El desarrollo tecnológico ha jugado un papel obvio en la guerra. La ametralladora Maxim, el rifle cannon, el avión, el gas venenoso, el napalm (combustible que produce una combustión más duradera que la gasolina simple) y las armas nucleares son solo una pequeña fracción de la multitud de inventos modernos del campo de batalla. Mirando hacia el futuro, las invenciones que surjan a través de los avances en nanotecnologÃa, biotecnologÃa, inteligencia artificial y más invertirán la guerra, desde la logÃstica hasta el armamento. Al igual que sus predecesores, el más importante de estos inventos dará una primera ventaja geopolÃtica (temporal) a las compañÃas desarrolladoras. Y, al igual que sus predecesores, una vez inventados no pueden ser reinventados: la humanidad tendrá que vivir con ellos para siempre.
2. El talento es poder
Tal como lo describen anualmente organizaciones como la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (World Intellectual Property Organization WIPO)) y, muy recientemente, por este autor y sus colegas en el Consejo Atlántico, la mayor parte de las tecnologÃas nuevas y disruptivas del mundo se producen en un puñado relativamente pequeño de paÃses. Las sociedades que logran crear o atraer masas crÃticas de personas talentosas (inventores, empresarios, cientÃficos, ingenieros, investigadores) y les dan las herramientas y los entornos para ser creativos, a la larga, salen ganando.
Aunque no existe una plantilla única para un entorno tecnológico exitoso, todos los ejemplos tienen alguna combinación de inversión pública dinámica en investigación y desarrollo (research and development R&D), sistemas educativos de alta calidad, acceso relativamente fácil a inversiones y capital de riesgo, desarrollar desde la primera etapa de sus operaciones, una base exitosa desde una fuerte cultura de startup y la protección de la Propiedad intelectual. Al comprender la intensa competencia global en este espacio, los hacedores de polÃticas de varios paÃses han copiado y, en algunos casos, mejorado la plantilla estadounidense para sus propios fines. La investigación cientÃfica de alta calidad de ninguna manera se limita a los Estados Unidos; todos los lÃderes de innovación invierten una parte sustancial de su PIB (GDP) y en R&D. Israel y Corea del Sur son actualmente los lÃderes mundiales, cada uno de los cuales invierte más del 4% anual. Casi todos los contendientes serios para el liderazgo de la innovación están mejorando sus sistemas universitarios de transferencia tecnológica, una fortaleza de larga data del sistema estadounidense. Muchos, si no la mayorÃa, están ideando formas creativas para crear e importar personas talentosas del exterior. Start-up Chile, creada en 2010, es un acelerador público que ofrece a los empresarios de cualquier parte del mundo una visa de trabajo por un año, financiación inicial, capacitación, tutorÃa y más. Este modelo ha sido copiado por muchos otros paÃses. Estados Unidos sigue siendo el lÃder mundial en innovación impulsada por la tecnologÃa, pero otros paÃses están ganando rápidamente. En un informe publicado el año pasado, este autor y sus colegas en el Atlantic Council argumentaron que mientras otros paÃses están aumentando, los EE. UU. Deben compartir la culpa de su propio declive relativo. Los legisladores estadounidenses han permitido que se erosionen varios impulsores irreemplazables de la innovación. La calidad de la infraestructura estadounidense, por ejemplo, ha disminuido considerablemente con poca atención seria para actualizarla a los estándares del siglo XXI.
Otras inversiones públicas también han caÃdo; lo más crÃtico es el financiamiento para la educación superior y la investigación y el desarrollo públicos, la ciencia básica que apuntala todo el desarrollo tecnológico. También es evidente que el clima polÃtico actual en los Estados Unidos en torno a la inmigración es un anatema para el objetivo de atraer y retener al mejor talento mundial.
3. La resiliencia es poder
Sistemas innovadores crean tecnologÃas que mejoran la productividad que, al menos a largo plazo, benefician a la sociedad. Sin embargo, muchas personas se quedan afuera mirando, porque viven en regiones que se ven negativamente afectadas por la disrupción tecnológica y / o porque no tienen las habilidades para participar. Ignorar esta realidad no creará una economÃa sólida ni una sociedad saludable.
Algunas sociedades se encuentran en mejores condiciones que otras para beneficiarse tanto de la tecnologÃa disruptiva como para limitar sus impactos negativos. Los principales innovadores del mundo a menudo han invertido más en estrategias basadas en la resiliencia diseñadas para maximizar las probabilidades de que sus ciudadanos prosperen a partir de cambios disruptivos. Sin embargo, frente a la Cuarta Revolución Industrial, la pregunta es si estas sociedades están suficientemente bien preparadas. La respuesta probable es no, lo que significa que podemos esperar más trastornos en el futuro. Si no existen mecanismos inventivos diseñados para enfrentar los desafÃos económicos y polÃticos que surgen de la disrupción tecnológica, las sociedades corren el riesgo de volverse menos estables en lugar de más estables. A medida que las tecnologÃas interrumpan las industrias y modifiquen o incluso eliminen por completo categorÃas enteras de trabajo, los estados deberán adaptar sus sistemas educativos, laborales y de bienestar social. La mala noticia es que los sistemas (bastante) cómodos que se construyeron para la alta era industrial ya no son plantillas para el futuro. La buena noticia, sin embargo, es que hay un espacio considerable para la innovación y la experimentación de polÃticas. Los gobiernos que tratan a su fuerza laboral como su mayor activo se beneficiarán a largo plazo. Invertir en educación de alta calidad, capacitación y actualización de habilidades para toda la vida y una red de seguridad social flexible pero robusta dará sus frutos a aquellos paÃses dispuestos a realizar tales inversiones. Esta es un área donde Estados Unidos, como lÃder innovador del mundo, corre el riesgo de quedarse atrás: la educación universitaria es cada vez riesgoso quedarse atrás: la educación universitaria es cada vez más costosa para sus ciudadanos, su sistema de capacitación está muy por detrás de lÃderes como Alemania, y su red de seguridad social es muy deficiente.
Los legisladores mundiales responsables de elaboran las polÃticas, deben encontrar formas de atraer a más personas al sector tecnológico. Desafortunadamente, es un club exclusivo: independientemente del paÃs, los trabajadores son desproporcionadamente masculinos y provienen de los estratos más ricos de la sociedad. Los gobiernos deben hacer un mejor trabajo para equipar a las mujeres, las minorÃas raciales y étnicas y las personas de estratos socioeconómicos más bajos con las herramientas necesarias para competir en este sector y las oportunidades para hacerlo.
La gobernanza global será un desafÃo Al igual que en revoluciones anteriores, las tecnologÃas que emergen de la Cuarta Revolución Industrial están llegando muy por delante de las reglas y estándares necesarios para gobernarlas. Hay poco consenso global sobre cómo regular el impacto de las tecnologÃas o si deberÃan estar reguladas en absoluto.
Para elaborar un régimen de regulación de la tecnologÃa global de manera más robusta y ejecutable, debe existir suficiente evidencia de que la tecnologÃa especÃfica que se está usando, tenga suficiente fallas para requerir supervisión.
Hay muy pocas posibilidades de que tal evidencia exista en el momento de la invención de la tecnologÃa. Por ejemplo, los cientÃficos tardaron décadas en descubrir que los clorofluorocarbonos (CFCs) estaban destruyendo la capa de ozono. Incluso cuando una tecnologÃa tiene repercusiones claramente negativas, como suele ser el caso con la nueva tecnologÃa del campo de batalla (piense en armas nucleares), los acuerdos mundiales para restringir su uso requieren la voluntad polÃtica de los Estados para adquirirlas. Lo más crÃtico es que esto requiere la participación de las grandes potencias, quienes, no por casualidad, a menudo son las menos incentivadas para seguir el juego.
El resultado es un sistema global en el que los incentivos se alinean con la creación y difusión de nuevas tecnologÃas, incluidas las letales, pero no con la supervisión de las mismas. Si bien, cada generación enfrenta esta realidad, los riesgos se vuelven mayores porque las tecnologÃas se vuelven más poderosas con el tiempo. En el ámbito militar, mayor poder significa mayor letalidad: el mosquete y la bomba de hidrógeno son dos cosas muy diferentes. E incluso cuando las nuevas tecnologÃas ofrecen beneficios económicos o sociales, como con el ejemplo de los CFCs, pueden, y con frecuencia lo hacen, ofrecer sorpresas desagradables.
Esta es la razón por la cual la gobernanza de la tecnologÃa inteligente a nivel global, está entre una de las tareas más importantes que enfrentarán en este siglo. A pesar de las dificultades para elaborar regÃmenes robustos de gobernanza tecnológica internacional, es imperativo que los gobiernos hagan precisamente eso.
Las negociaciones bilaterales entre las principales potencias sobre una serie de cuestiones relacionadas con la tecnologÃa pueden tener un efecto real y productivo sobre la gobernanza, dada su importancia para la economÃa mundial y la producción tecnológica. Lo mismo pueden hacer los foros multilaterales, como la Organización Mundial del Comercio (World Trade Organization), el Grupo de los Veinte (G20), la OMPI, (WIPO) la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), International Telecommunication Union (ITU). y muchos más. Aunque la polÃtica global hace que sea muy difÃcil y a veces imposible para tales organizaciones liderar la creación de reglas globales sólidas y exigibles, los estados pueden recurrir a ellas para el desarrollo de nuevos estándares y normas para cuestiones de tecnologÃa engorrosa en áreas tales como la ingenierÃa genética o inteligencia artificial.
Las opiniones expresadas en este artÃculo son solo del autor y no del Foro Económico Mundial. Escrito por: Peter Engelke, Senior Residente, Iniciativa de Prospectiva Estratégica, The Atlantic Council.